Pude subirme a un avión después de tres años.
Cuando la policía aeroportuaria escaneó mi registro de manejar, el escáner hizo un 'Beep-Beep' y escupió la tarjeta. Le agarré la mano a Michael, casi me meo encima - pienso en inglés 'that's it. I guess I will see you in the next life' siento el frío de la frontera, el peso de no saber a dónde ir. Me doy cuenta de que en realidad siempre ame Portland, pero me encanta quejarme.
El señor de la policía repite 'm'am, can you please go through the scanner' y me devuelve el registro. Mi marido sonríe, mi hijastra se ríe, y yo trato de no llorar. Volvi a mi casa, y no me deportaron.